El eje intestino-cerebro: DEL CEREBRO AL INTESTINO, DEL INTESTINO AL CEREBRO
Si no tienes nada en la cabeza, tampoco tienes nada en los intestinos. Probablemente estés pensando, ¿qué tienen que ver estas dos cosas entre sí? Pero esta afirmación no carece del todo de fundamento.
Dichos como “esto me pesa mucho”, “me siento mal solo de pensarlo” o “tomo esta decisión basándome en mi instinto” no son sin razón. Existe una conexión directa entre nuestra cabeza y nuestro tracto gastrointestinal, el llamado eje intestino-cerebro.
Pero ¿qué es exactamente el eje intestino-cerebro?
La comunicación intestino-cerebro se realiza a través del eje intestino-cerebro, que corre en ambas direcciones a través de vías nerviosas, hormonas o productos metabólicos de nuestras bacterias intestinales. En particular, a través del llamado nervio vago, una especie de autopista nerviosa que se extiende desde el tronco encefálico hasta el intestino grueso y envía señales de ida y vuelta entre el sistema nervioso central y los microorganismos del intestino. Sorprendentemente, el 90% de la comunicación proviene del intestino y sólo el 10% de las señales provienen de nuestro cerebro.
El sistema nervioso entérico (SNE), una red de más de 100 millones de células nerviosas que recorre la pared intestinal, también juega un papel clave en la comunicación del microbioma. En el ENS, los neurotransmisores sintetizados por los microorganismos son percibidos por quimiosensores y pueden así comunicarse con el nervio vago y el cerebro y transmitir información. Debido al elevado número de células nerviosas y al intenso intercambio entre el intestino y el cerebro, al intestino también se le denomina “cerebro abdominal” o “segundo cerebro”.
Otro canal de comunicación entre el intestino y el cerebro es manejado por hormonas como la dopamina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA). Los neuropéptidos y las sustancias mensajeras también forman parte de este sistema . Entre ellos se incluyen, por ejemplo, los ácidos grasos de cadena corta y el triptófano. Los microorganismos que se comunican con el sistema nervioso central (SNC) también se denominan “psicobioma” debido a la expansión del eje intestino-cerebro para incluir el microbioma. Si, por ejemplo, el tracto digestivo se irrita debido a una inflamación, se envía un mensaje al cerebro y se procesa allí. Por ejemplo, se puede activar una reacción del sistema inmunológico. Por el contrario, cuando nos sentimos estresados, el cerebro envía señales al ENS, lo que a su vez puede provocar malestar gastrointestinal.
→ ¿Qué podemos hacer entonces para mantener o restablecer el equilibrio del eje intestino-cerebro?
Es importante prestar atención a una dieta sana y equilibrada , ¡porque no sólo tu flora intestinal se beneficia de ella! Cuando el intestino está sano, envía una señal positiva al cerebro, lo que beneficia la psique y el bienestar general. También puedes hacer algo bueno por tu intestino y tu psique evitando o reduciendo el estrés excesivo a través de la meditación o el ejercicio físico, por ejemplo. Dado que a menudo puede resultar difícil integrar estas medidas en la vida cotidiana, los probióticos también son un excelente complemento con el que podemos apoyar activamente nuestro microbioma.
Puede encontrar más información interesante en nuestra Guía Saludable sobre el tema “Estrés y salud intestinal” . Aquí se explica nuevamente el eje intestino-cerebro con más detalle y basándose en hechos científicos. También cubre lo que puedes hacer para manipular el eje intestino-cerebro, qué tiene que ver el estrés con él y, por supuesto, qué cosas son mejores para reducir el estrés.
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